Este es un sitio Argentino, para todos los hombres y mujeres de buena voluntad

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viernes, 6 de noviembre de 2009

Dormida en mis brazos


En el invierno del año 2001, estaba por cruzar la barrera grande, la que da a la calle Arias, y antes de hacerlo, pellizqué un pancito caliente que había comprado minutos antes. En ese mismo instante, una perrita se me acercó y me olfateó la mano, con lo cual, interpreté que quería un poco de eso que llevaba en la bolsa, y le di un poquito de mi pan.
Crucé la barrera, y fui hacia la carnicería de la calle Mitre, a donde me siguió con desesperación. Al terminar de comprar, quise ir a mi casa, y en todo el camino, pero unos pasos más adelante, iba ella... y al abrir la puerta entró corriendo y se refugió debajo de la mesa del comedor. Imaginé que se habría perdido, e intenté devolverla. La llevé inclusive a la TV, aunque nadie la reclamó, y a decir verdad, tenía la esperanza que nadie lo hiciera.
A partir de ese durísimo invierno, Blanquita y Yo, estuvimos seimpre juntos. No solamente dormía en mi habitación, sino que además, lo hacía a mi lado, tranqui y apacible, parecía un bebé.
Con sólo hablarle en voz baja, ella accedía a todas mi peticiones y entendía a la perfección todo lo que yo le decía. De inmediato se metió en mi corazón y en el de toda mi familia. Nos acompañó siempre y fue una hermosa y tierna disracción para mis padres, y para mi, pasó a ser la vida fundamental de mi hogar al igual que mi familia. Se incorporó al grupo familiar por mérito propio, por dulce y por el caudal enorme de amor que nos dio hasta el último instante.
Hoy, se quedó dormidita en mis brazos, con la misma tranquilidad y paz de la cual era dueña.
Le debo años de felicidad, y de fidelidad únicas. Le debo la seguridad del hogar, que más de una vez defendió y el amor y la atención que le prodigó a mis ancianos padres, e inclusive, le debo haberme sacado de más de un momento de tristeza.
Con sólo mirar sus ojos y su "sonrisa", era suficiente para alegrarme el día, y así durante todos estos años, me alegró la vida.
Se quedó dormida, y he decidido ser algo egoísta, y despertarla cada vez que la nececite. Cuando tenga la imperiosa nececidad de calmar mi alma, la voy a despertar para traerla a mi memoria, para que me hociquee el alma como lo hizo desde el primer minuto.
Blanquita, jamás te olvidaré.